Cada región del cerebro es importante para la realización de nuestras actividades cotidianas, pero ¿quién manda en nuestro cerebro?
Las funciones ejecutivas son las funciones más complejas y evolucionadas de los seres humanos. Son responsables del control de la cognición, la conducta y las emociones.
Las funciones ejecutivas y las habilidades de autorregulación son los procesos mentales que nos permiten planificar, centrar la atención, recordar instrucciones y hacer múltiples tareas con éxito. Así como un controlador de tráfico aéreo que en un aeropuerto concurrido gestiona las llegadas y salidas de muchos aviones en múltiples pistas, el cerebro necesita de este conjunto de habilidades para filtrar las distracciones, priorizar tareas, establecer y alcanzar objetivos y controlar los impulsos. En los niños las funciones ejecutivas son cruciales para el aprendizaje y el desarrollo. También permiten un comportamiento positivo, y nos permiten tomar decisiones saludables para nosotros y nuestras familias.
Las funciones ejecutivas y las habilidades de autorregulación dependen de tres tipos de funciones cerebrales: la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva y el autocontrol (inhibición de la respuesta).
Estas funciones están interrelacionadas, y la aplicación exitosa de las habilidades requiere que operen en coordinación entre si. Cada habilidad de la función ejecutiva se basa en elementos de los demás. La memoria de trabajo gobierna nuestra capacidad para retener y manipular distintas piezas de información durante cortos periodos de tiempo. La flexibilidad cognitiva nos ayuda a mantener o cambiar la atención en respuesta a diferentes demandas o aplicar diferentes reglas en diferentes escenarios. El autocontrol nos permite establecer prioridades y resistir acciones o respuestas impulsivas.
No nacemos con estas habilidades, nacemos con potencial para desarrollarlas. Algunos necesitamos más apoyo que otros para desarrollar estas habilidades. También nuestras experiencias en la infancia, el entorno, el estrés tóxico, y nuestras relaciones con los adultos impactan el desarrollo de nuestras habilidades ejecutivas que pueden verse seriamente afectadas por entornos adversos que pueden alterar la arquitectura del cerebro.
El periodo de más grande desarrollo de la función ejecutiva ocurre entre los seis y ocho años cuando los pequeños adquieren la capacidad de autorregular sus comportamientos y conductas, pueden fijarse metas y anticiparse a eventos, sin depender de las instrucciones externas, aunque cierto grado de descontrol e impulsividad aún está presente.
Muchas de las funciones ejecutivas pueden entrenarse o reforzase gracias a la neuroplasticidad del cerebro.
El taller de Brain Power Unlimited desarrolla las funciones ejecutivas con ejercicios prácticos y vivenciales que fomentan la toma de decisiones, las elaboraciones de planes, la adaptación a los cambios en el entorno, la solución de problemas, el auto control y la regulación, la memoria y la autoconfianza.